«Reflexiones acerca de la emancipaciòn».
Seis carreras, seis docentes nos acercan su reflexiòn sobre el tema.
Carlos Melone
Habrá que preguntarse por el sentido.
Siempre hay que preguntarse por el sentido y a 199 años de la declaración de la independencia, es un momento tan bueno como cualquier otro para hacerlo.
Existió el evento histórico y ese evento ha sido y es interpelado por las interpretaciones históricas que son las constructoras de relatos acerca de lo que ocurrió. Porque un evento es eso: un hecho, en este caso acaecido hace muchos años que es leído, adjetivado, orientado, escrito y re escrito, relatado.
Los que se fastidian por las discusiones sobre la historia no hacen más que develar un conservadurismo atado a una idea de verdad única, a un único relato y, muchas veces, un único pensamiento.
La historia es discusión. No es solo eso pero no hay Historia sin eso.
Nos atropella un nuevo aniversario sobre la declaración de la Independencia. Una declaración fundacional, una declaración que iniciaba el proceso de inventar una Nación y que los tiempos demostrarían que esa invención no era sencilla ni los pueblos dóciles a algunas propuestas iluminadas o, más bien, iluministas.
¿Y Hoy?
Por fuera y sobre el recordatorio de aquel enorme gesto inaugural…¿Qué sabemos de aquello? ¿Cómo lo sabemos?
¿Qué sentido tiene?
Estudiantes y profesores tenemos sobre las espaldas años de vida y muchos de escolaridad.
¿Qué nos enseñaron?
¿Que es lo que aprendimos?
La pregunta no es menor porque en la mitología nacional, el evento no es menor. Y no se trata de hacer estúpidas encuestas de movileros que incrustan un micrófono en la cara de un desprevenido peatón para que después de la previsible ignorancia del mismo, emita la frase tipo de la panoplia argentina: “Que barbaridad”.
Cabe preguntarnos: ¿Qué significa hoy Independizarse, Emanciparse?.
¿De qué se trata?
Sin preguntas que interroguen de verdad, sin preguntas que abandonen el terreno de la simulación, nos quedaremos con un patriotismo vacío, gritón, marketinero, que inundará de cotillón las buenas almas criollas y el esfuerzo inmenso de aquella gesta quedará durmiendo apaciblemente el sueño eterno de la obsolescencia.
Nerina Romero Mascaró
¿Somos verdaderamente independientes?
Todos conocemos la palabra “emancipación”. La utilizamos en nuestras clases para definir algún proceso histórico, un movimiento vanguardista, etc. También la solemosescuchar cuando se presentan conflictos en familias, entre vecinos, Estados y países. Pero nome había tomado el trabajo de asociar “emancipar” con “independencia”.
No es casual que nombre un verboide para una y un sustantivo para otra. Emanciparimplica siempre una acción (femenina tenía que ser en su nombre la emancipación, siempre llevando adelante grandes cambios); sin embargo, La Independencia nos llega como nombre, como el título de un hecho histórico, único e irreversible (supuestamente irrepetible), que en mi país sucedió allá lejos y hace tiempo, en el s. XIX, en una provincia lejana a la capital del país.
Acá es donde comienzan las críticas: “¿Y toda la acción que se tuvo que llevar a cabo para lograr La Independencia?” Claro que la hubo, pero “ya fue”. La hicieron los próceres y el pueblo, pero ya pasó. Nos quedan sus historias. La Emancipación es actual; todos los días alguien logra emanciparse de otro alguien. Por eso los veo como acción a uno y como un nombre al otro.
Pensé en este punto: “¿Hay casualidad acaso que cercanos al 9 de julio, fecha en que festejamos nuestra Declaración de la Independencia, se me pida reflexionar sobre el concepto de emancipación?” Busqué en el diccionario la definición de ambos términos (siendo profesora de Lengua no se me perdonan equívocos al respecto) y de allí surgió mi título: ¿Somos verdaderamente independientes? Si la emancipación es la “Liberación respecto a un poder, una autoridad, una tutela o cualquier otro tipo de subordinación o dependencia”; y la independencia (en términos políticos) “es la formación o la restauración de un país inmediatamente después de la separación de otro del que sólo formaba una parte.”; implicaría que primero debimos emanciparnos para luego independizarnos. [El subrayado es mío] ¿Somos verdaderamente independientes? Nos emancipamos de España pero no de América ni del Mundo. Dependemos de los productos del país del Norte y de Europa. La economía la manejan fuera de nuestras fronteras. Aceptamos con buenos ojos a todo extranjero pero no actuamos de la misma manera con los de adentro.
Si para considerarnos una Nación importante dependemos de la mirada extranjera ¿dónde quedó la lucha por librarse de su dominio? ¿Será quizás, por cuestionamientos tan básicos como estos y otros tantos, mucho más específicos, que se esté hablando actualmente de la necesidad de una nueva emancipación? Llegada a este punto veo que otro concepto viene asociado a los dos anteriores: La Libertad. Etimológicamente, “La Libertad es la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la propia voluntad (…)”. [Nuevamente el subrayado es mío]
En este mundo cada vez más globalizado, no seremos nunca verdaderamente independientes. La libertad reside entonces en poder elegir libremente con quien asociarse, a quien leer, a quien votar, a quien escuchar, a quien querer…
¿Cómo conseguiremos esta libertad, o ya la tenemos? ¿Todos los ciudadanos argentinos pueden elegir libremente? Nos encontramos justo en un proceso electoral de nuestros mandatarios, y cumpliendo tres décadas de democracia conquistadas. Será fundamental que todos recordemos y hagamos un buen uso de la libertad que nuestros próceres nos regalaron aquel 9 de julio, al emanciparnos e independizarnos.
Eso sí, los seres humanos nunca deberíamos emanciparnos del poder de la palabra, ya que sin ella nos queda exclusivamente la acción, la violencia
Masuyama Mariela
Esta semana celebramos el aniversario de la declaración de nuestra independencia, un punto en nuestra historia particularmente significativo en el largo camino que transitamos para emanciparnos del poder colonial y comenzar a proyectar lo que se convertiría en nuestra querida nación.
Tomando esto como una oportunidad para reflexionar acerca del concepto de “emancipación” no puedo evitar posicionarme desde lo puramente personal, y pensar en las diferentes variables de dominación-emancipación que me atraviesan. Confluyen una gran cantidad de roles que se yuxtaponen y se potencian: el de ciudadano global, habitante de un mundo neocolonizado; el de latinoamericano, con las luchas y conflictos históricos y actuales que esto implica; el de argentino, con absoluto orgullo con respecto a lo que ha logrado nuestro pueblo en términos de libertad, y optimismo por lo queda por hacer;el de sujeto étnica y culturalmente híbrido, que me llena de contradicciones y diferencias en cuestión de identidad; el de mujer, que constituye otra capa más compleja de opresión-liberación; y el de profesora de una lengua extranjera, que me pone constantemente en una relación de amor-odio con algunos países angloparlantes y mientras que me hace sentir un poco un agente involuntario del imperio, a la vez me empuja a intentar subvertir ciertos discursos de la ideología dominante…
Desde este lugar, los invito a compartir sus propias reflexiones: ¿Qué les evoca en lo personal el pensar en emancipación?
Norberto Arbios
9 de julio de 1816 en Tucumán, declarábamos la Independencia del Virreinato del Río de La Plata, actual República Argentina. Independencia y… ¿Emancipación?, ¿podemos usar ese término? Yo creo que sí, dado que nos independizábamos, nos “emancipábamos” de nuestras autoridades españolas. Emancipación se debe a la liberación respecto de un poder, una autoridad, una tutela o cualquier otro tipo de subordinación o dependencia… Por lo tanto, no está erróneamente considerarnos unos emancipados, hace ya 199 años, casi un bicentenario de nuestra tan anhelada autonomía.
Viajando al pasado, podemos dar un vistazo por el presente. 9 de julio de 2015 en Buenos Aires, seguimos siendo independientes pero… ¿Emancipados también? De España, claramente sí, nuestra autonomía sigue siendo la misma. Pero… complicaciones en el pasado, traen consecuencias en el futuro. Sí, los famosos “Fondos Buitre”, intentamos lograr nuestra emancipación de esta injusticia hoy presente. Aunque no sea una autoridad física, es una liberación respecto de un poder. Un poder que ejercen estos “buitres” que son los carroñeros y ventajosos, preparados al acecho para sacar provecho de un país o un territorio que tiene deudas y necesita alivianarlas. Aprovechando esta situación pasada, saca provecho en el futuro (u hoy, presente).
Para sintetizar, la emancipación no es mala mientras el objetivo o motivo sea mejor que el producto. Dejar la dependencia, para ser autónomos, libres e idealistas propios. Donde se cree, de los verbos: creer y crear, un país mejor para todos sin: la necesidad de tener alguien arriba de nuestro representante nacional (que además es elegido por democracia y no nos es impuesto). La libre expresión, los diversos pensamientos, el cansancio que genera la opresión y la necesidad de ser nosotros, nos llevaron a los emancipados que somos en este momento. A la República Argentina que lograron nuestros próceres y seguiremos construyendo a lo largo de nuestro camino, y así continuará por el camino de nuestros sucesores que han formado la idea de su país ideal.
“La emancipación tiene sus frutos. Pero primero, hay que saber sembrar la semilla y esperar que no se pudra en su eterna maduración y depende de nuestro riego constante para poder saborear su fruto”
Aldana Arbios.
Adela carullo
Frente a la fecha que conmemoramos, planteamos desde la Institución reflexiones acerca de la “Emancipación”
Entonces me planteo: ¿Cuál es el significado hoy?
Tenemos claro qué significa emancipación, emanciparnos de qué, de quiénes.
Quizás tengamos mucho más claro el por qué emanciparnos.
Desde el contexto de un sur siempre dependiente y subalterno, analicemos con qué subjetividades, con qué formatos, con qué preceptos la idea fue gestada en nuestro consciente. Nos hemos formado con una idea emancipadora y pregunto ¿es válida hoy?
Si fui formada pensando con naturalidad que el 12 de octubre era un día para festejar. No se si son suficientes estos últimos 32 años de democracia para concebir un pensamiento emancipador, que me permita generar causas emancipadoras auténticas, nuevas, realmente soberanas e independientes del poder.
De qué emanciparnos y de quiénes, no creo que sea un concepto propio generado por el deseo de nuestro pueblo. Cómo identificarlo, delimitarlo, conformarlo desde una mirada propia, introspectiva, soberana e independiente de la formada y acuñada por el poder, una idea de emancipación colectiva creada por la ciudadanía en su mayoría.
Pero intuimos, inferimos, estamos en condiciones de demarcar quién constituye ese poder, qué dimensión tiene, cuánto de ese análisis que se hace para autenticarlo, definirlo es independiente de lo que él ha hecho de nuestra percepción, de nuestra capacidad de análisis, de la visión crítica que asumimos sobre los hechos.
No es muy fácil determinar qué se desea emancipar y si se cuenta con los recursos suficientes para dicho acto.
Es entender que esa soberanía se lleva a cabo solo a través de la dignidad del hombre y de los pueblos.
Como se expresaba en el Foro por la Emancipación en marzo de este año que congregó el Ministerio de Cultura.
“Repensar la Emancipación es integrar con todos los derechos a los pueblos indígenas u originarios al modelo productivo que propongamos, sin que esto signifique un retroceso como algunos pueden verlo sino que en la práctica podamos desterrar y prohibir todas las técnicas extractivas altamente contaminantes. Sin extremismos pero con responsabilidad hacia las próximas generaciones que necesitan justamente lo que no se compra para vivir: el sol, la tierra, al agua y el aire.
Esto debe transformarse en más que una propuesta de organizaciones sociales, políticas, sindicales, ambientales y culturales, debe ser la lucha de un pueblo unido defendiendo sus bienes, sus pertenencias, y lograrlo es el desafío de este siglo XXI”
En este enunciado están implicados de qué y de quiénes emanciparnos.
Particularmente deseo poder emanciparme de:
- del soberano poder que me excluye si no tengo trabajo, sino cumplo con las normas del mercado, y me convierte en un consumidor discapacitado, formando y moldeando mi deseo.
- de mis propios prejuicios.
- de los prejuicios sociales y colectivos que me sumergen.
- del pensamiento individualista liberal que ha dejado al margen a mas de la mitad de la población.
- del discurso único.
- de las políticas que empobrecen a la ciudadanía y la expropia de derechos sociales, sindicales, laborales y políticos..
Para lograr autonomía en el aprendizaje y soberanía de decisión.
Invito a pensar en cuáles serían las propias, las nuevas, las deseadas…
Mary Joghems
En esta fecha tan memorable para mi patria, Rosario me pidió que sea quién represente a la Rama Inicial en las “Reflexiones sobre la Emancipación”.
El diccionario dice sobre EMANCIPAR: “Liberar de la patria potestad, de la tutela, de la servidumbre”.
¡¡¡Menuda tarea me ha tocado!!!, reflexionar sobre como acompañar a un niño pequeño a descubrir lentamente que puede emanciparse, ser libre, autónomo, ejercer sus derechos y responder a ellos cumpliendo sus obligaciones.
Ser niño no es sólo una franja etaria, es un conjunto de atributos sociales, políticos, culturales, existenciales que le son propios a la categoría NIÑO. A medida que crece, todos estos atributos se van modificando según sea el adulto o los adultos que lo acompañen estimulando ese crecimiento.
Por eso, humildemente les pido, a Uds., que van a ser los acompañantes del tramo más importante de la vida de ese ser en crecimiento, que sean generosos y humildes en la entrega de la labor que han elegido cumplir. Que les enseñen a creer en los ideales, a tener esperanzas, a defender sus ideas y sus proyectos con fundamentos válidos. Enséñenles a amar la verdad, desechar la mentira, El engaño y la hipocresía. A ser honestos y solidarios. A respetar al otro y sus diferencias. Edúquenlos en valores, que el cariño, el respeto y la dignidad
no se compra, SE GANA. Que puedan reconocer que la limosna degrada, que es la cultura del trabajo y el esfuerzo en los logros lo que los forma como personas dignas.
Sean modelo de justicia, para que puedan reconocerla y amarla.
Fomente el amor por su patria, por sus raíces, sus tradiciones para que valoren su identidad y los forme como individuos políticamente comprometidos.
Provoquen descubrir las maravillas de la naturaleza. De los animales y se sensibilicen ante el placer de cuidarlos.
Enséñenles que es mucho más importante SER que tener. Promuevan con su cariño el respeto por los ancianos y por los que son diferentes, para que ellos los amen, los respeten y los comprendan.
Ayúdenlos a descubrir su cuerpo, sus posibilidades y la necesidad de cuidarlo para crecer sanos. Pero, también propicien el hipotetizar, indagar, explorar, experimentar, comprobar, argumentar, discutir, que sean los verdaderos protagonistas de su conocimiento pues a través de ellos se puede llegar a todo y todo se puede. Que esos conocimientos serán el verdadero capital, la verdadera riqueza que iluminará sus vidas.
Que rían, que bailen, que canten, que disfruten de la m música, de todas las manifestaciones del arte, que jueguen, que vivan la alegría, y comprendan el dolor.
Y por sobre todas las cosas, ámenlos y respétenlos. Si un niño es respetado, aprende a respetar y si siente que quien lo acompaña a crecer lo hace con amor, crecerá fuerte, poderoso, pleno y disfrutará del verdadero sentido de vivir LIBRE, AUTONOMO, EMANCIPADO